Existe información científica contrastada que avala el beneficio del ejercicio físico y una dieta saludable para prevenir el cáncer, mejorar los resultados frente a este, reducir el riesgo de recurrencia y de efectos adversos y complicaciones asociadas con el cáncer y/o con sus tratamientos.
Las virtudes del ejercicio físico han sido especialmente estudiadas y confirmadas en mujeres con cáncer de mama. Así, entre los múltiples estudios publicados figura uno realizado en una población española que demostró que la participación en un programa de ejercicio físico específico resulta muy beneficiosa para las pacientes con cáncer de mama, al mejorar su calidad de vida e influir positivamente en su supervivencia. En concreto, el estudio reveló un menor impacto de los efectos secundarios de los tratamientos y confirmó que el deporte previene otras enfermedades, como cardiopatías u obesidad, que son determinantes para la reaparición del cáncer.
Sin embargo, a pesar de que es bien conocido el papel del deporte en la superación de un cáncer, se estima que el 70% de las pacientes reduce sus niveles de actividad físicas mientras recibe tratamiento para el cáncer.
Por todo lo anterior, la doctora Paula J. Fonseca, autora de Comer para vencer al cáncer, anima a todos los pacientes con cáncer y muy especialmente a todas las mujeres con cáncer de mama a realizar 30 minutos de ejercico físico diario. La natación, siempre que la piel no esté dañada por los tratamientos, la caminata a paso ligero, la gimnasia, el baile, el pilates y el golf son los deportes más recomendables.
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