Existe una clara asociación de la carne roja y más de las carnes procesadas (elaboradas, en salazón o conserva) con el cáncer, especialmente el colorrectal.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha confirmado que las carnes procesadas son carcinógenas y las ha incluido en el mismo nivel de riesgo que el tabaco y alcohol. La carne roja, sin embargo, ha sido clasificada como «probablemente» carcinógena, lo que significa que hay evidencia, pero limitada, de que puede provocar cáncer. De todos los carcinógenos referidos, el tabaco causa al año más de 1 millón de fallecimientos, el alcohol 600.000, la contaminación del aire 200.000 y las carnes en torno a 34.000.
Tanto en el caso del alcohol como en el de la carne, su consumo con moderación es saludable. Así, la carne roja aporta hierro, proteínas, minerales y vitamina B. Por eso, debemos conocer las cantidades de consumo recomendado.
De carne roja debe consumirse no más de 300 gramos y de carne procesada no más de 20 g. en esas comidas, preferiblemente cocinada al horno y «poco hecha». Aumentar 100 gramos al día el consumo de carne roja o 25 gramos el de carne procesada sobre las cantidades indicadas se asocia con un 17 y un 49% más de riesgo de cáncer colorrectal y también de cáncer de estómago, próstata y páncreas.
La carne roja incluye carne de vaca, ternera, cerdo, cordero u oveja, caballo y cabra. Si el resto de los platos en dicha comida destacada son a base de verduras a las que se puede añadir marisco, la carne roja podría ser el plato principal a gusto de los comensales, sabiendo que es preferible el pescado o marisco. En todo caso hay que saber que son preferibles las carnes blancas como el pollo o pavo.
Las carnes procesadas son aquellas que han sido saladas, curadas, ahumadas o que han pasado por procesos para mejorar su sabor o extender su preservación, en los que se les ha añadido sal, especias, azúcar, nitritos y/o aquellas que se han expuesto a altas temperaturas por medio de fritura, grill o parrilla. Entre ellas se incluyen las salchichas, las hamburguesas, la panceta, el bacon, el lacón, el tocino, el chorizo, el salchichón, la morcilla, el paté, las vísceras y carnes en conserva. Te recomendamos no incluir éstos en tus platos de Navidad, porque cargarán de sustancias carcinógenas alimentos que podrían consumirse sin ellos. Los embutidos normalmente se utilizan de entrantes o de picoteo, sin ser la comida principal; por ello, te sugerimos que los elimines y que en su lugar elabores entrantes basados en verduras, como alguno de los que enumeramos a continuación. Si decides tomar excepcionalmente carne procesada, que sea jamón de cerdo ibérico, 1-2 lonchas.
Los siguientes entrantes están basados en verduras y aportan pocas calorías, siendo ricos en minerales, vitaminas, antioxidantes y sustancias depurativas. Estos aperitivos se pueden aderezar de un modo que resulten sabrosos y apetecibles, fundamentalmente con ajo, cebolla y perejil, y son un buen sustituto a los entremeses o tablas de embutidos:
- Alcachofas salteadas.
- Arbolitos de brócoli con almendras y perejil.
- Chupitos o vasitos con zumos de hortalizas (zanahoria, tomate, remolacha…). Te recomendamos que revises las entradas del blog sobre BATIDOS.
- Croquetas o buñuelos de espinacas y calabaza o de setas o quiche de verduras.
- Cocas pequeñas de verduras como calabacín, berenjena, espinacas.
- Espárragos a la vinagreta.
- Endivias con queso fresco y un poco de Roquefort.
- Palitos integrales con hummus (paté de garbanzos) o guacamole o paté de berenjena.
- Palitos de queso fresco y tomate cherry o de salmón y espárragos.
- Setas o champiñones o espárragos trigueros al ajillo.
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